Cuando
era niño, junto a mi familia vivíamos cerca de la parroquia de San Carlos
Borromeo, mi hermana y yo estudiamos en la escuela parroquial con las Hermanas
de las Escuelas de Notre Dame, una congregación fundada en Alemania. Al terminar los estudios en la escuela, fui
al liceo municipal para enseñanza media.
Ahí, mi interés en música me dejó bien ocupado con el coro, la banda y
la orquesta del liceo.
Fue
más o menos en 5º o 6º básico cuando empecé a pensar en la posibilidad de ser
sacerdote, pero también quise ser profesor.
Las hermanas en la escuela sospecharon esto, y al fin del año de 8º
básico, la Superiora ,
que era nuestra profesora me pasó un tríptico de la Congregación de Santa
Cruz, y me dijo: “Esto te puede interesar.”
Un par de años después, escribí a la Congregación y un
sacerdote de la
Universidad de Notre Dame vino a visitarme cuando estaba en
4º año Enseñanza Media. Así, después de
la graduación del liceo, entré a la Universidad de Notre Dame y al postulantado de la Congregación en
Septiembre de 1952. El año de
postulantado pasó muy rápido, y en agosto de 1953 entré al noviciado en Jordan,
Minnesota. Terminado el año del noviciado,
pronuncié mis primeros votos el 16 de Agosto de 1954, y volví al Seminario
Moreau en la Universidad
de Notre Dame, para continuar los estudios de filosofía en la Universidad.
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En
la primavera de 1962, el Superior Provincial me llamó y preguntó si todavía me
interesaba ir a Chile. Le dije que sí, y
llegué a Chile un par de meses después, el 3 de julio de 1962, para hacer
clases de música en el Colegio Saint George.
Cuando
llegué al Colegio, descubrí que la necesidad que tenían para un profesor no era
para música, sino para inglés. Así, el
día después de llegar, sin hablar nada de español, entré para hacer dos horas
de inglés en cada uno de tres cursos de segundo año humanidades (ahora 8º
básico), más una hora cuidando la sala de estudio, para terminar el día cuidando
a los alumnos castigados por haber hablado castellano durante el día (por
reglamento tenían que hablar inglés todo el día entre ellos mismos, incluyendo
los recreos). El castigo siempre era
memorizar un poema en inglés que estaba designado para ese día, y recitarlo
correctamente para poder salir. Todavía
no estoy seguro a quién estaban castigando realmente, a los alumnos o a la
persona que tenía que cuidarlos y escuchar a cada uno de los alumnos recitar el
poema, una y otra vez, hasta decirlo correctamente.
El
Padre Gerardo Whelan,CSC era el Prefecto a cargo de la disciplina, y decidió
establecer el Colegio como Colegio Experimental. Organizó un comité de profesores para
preparar los planes y programas para el Colegio, y me nombró secretario del
comité. Después de tener todo listo y
aprobado por el Ministerio y el Congreso, él fue mandado a los EE.UU. para
estudiar en la Universidad
de Chicago, y me dejó a cargo de implementar el programa en el Colegio. Así, de 1967 hasta 1970, asumí la posición de
Prefecto en el Colegio. Esto también
significó trabajar en el traslado del Colegio de Pedro de Valdivia a Vitacura,
donde está ahora. Pero al terminar el
año en 1970, yo salí de Chile para estudiar en la Universidad de
Illinois, en Champaign-Urbana. Pasé 6 años
en la Universidad ,
estudiando Filosofía de Educación (ya no quise más administración después de
los cuatro años de Prefecto en el Colegio).
Terminé un Masters en Educación y el Doctorado en Filosofía de Educación
en esos seis años, y el Superior Provincial me pidió volver a Chile para asumir
el “nuevo” colegio que la
Congregación había aceptado en Santiago, el Colegio Nuestra
Señora de Andacollo. Ahí llegué como
Director en marzo de 1977. Y así, he
estado en Chile desde esa fecha hasta ahora, en el Colegio Nuestra Señora de
Andacollo, el Colegio Saint George, y cuatro años (1996-1999) como Maestro de
Novicios de la
Congregación aquí en Chile.
Es
importante saber que, la Congregación de Santa Cruz no es una Congregación
grande, con muchos miembros, pero logra trabajar en muchos apostolados diferentes
y en muchas partes del mundo. Espero que
crezca en números, porque con este mismo espíritu de entrega en el trabajo,
podría hacer mucho para el bien de la Iglesia en todas partes donde se encuentre. Aquí en Chile, y en toda América Latina, hay muchas
posibilidades y muchas necesidades para todos los que quieren entregarse a un
servicio de los demás en el Espíritu. El
Señor nos pide a todos, sin excepción, a amar.
Y no sólo pide esto, nos lo exige, para nuestro propio bien y para nuestra
salvación. La mejor manera de mostrar el
amor que uno tiene es entregándose a los demás en el servicio.
Me
parece que todo lo que me ha pasado durante estos años en la Congregación demuestra
la verdad del antiguo dicho: “El hombre propone, pero Dios dispone.” Puede ser necesario cambiarlo un poco, pero
el sentido es lo mismo: “El hombre propone, pero Dios, por medio de los
Superiores, dispone”.
Padre
Roberto Simon,CSC